viernes, 30 de septiembre de 2011

TENERIFE




Todo un descubrimiento han sido mis últimas vacaciones de verano en Tenerife. Regreso recomendando “muy mucho” este destino; no sabía yo que una isla pudiera alberga tanta diversidad. Tenía la idea de que era playa y poco más, ¡qué confundida estaba! De hecho, la playa apenas la he pisado, todo ha sido recorrer carreteras ( ¡y qué carreteras!) para aprovechar esos cinco días y conocer, a grandes rasgos, cada rincón, aprovechando, cómo no, para degustar la gastronomía del lugar. Aquí un pequeño resumen:


Vengo enamorada de las papas y el mojo, que lo ponían para acompañar multitud de platos. Tengo que hacerme con la receta (aunque ya me traje algún bote con él ya preparado, ¡je,je!).


He probado desde los tollos hasta la carne de cabra (nada fuerte, como yo creía) o el almagrote (una especie de paté hecho con queso fuerte y mojo, cómo no) y algún que otro pescado, como el cherne, aquí en escabeche:


Por supuesto, nuestra primera visita obligada fue el Teide. El camino desde la carretera por el norte, donde nos hospedábamos, simplemente espectacular, unos bosques frondosos que nada tienen que envidiar a los de Asturias, por ejemplo. Aunque lo que más me impresionó fue superar lo que llaman mar de nubes.



En alguno de esos viajes por la isla también hubo tiempo de pisar la playa, no lo voy a negar…y qué playas. Aparte de las piscinas naturales de Bajamar o Garachico, me impresionó esa pequeña joya que es la playa de Benijo, con una arena negra más fina que la harina…¡y toda para nosotros! ya que el tiempo no acompañó mucho para el baño en esa semana, una pena. Aún así, no había que perder la oportunidad de disfrutar de ese paraíso.
Otro pequeño gran descubrimiento fue la pastelería El Aderno, de Buenavista, altamente recomendable, por sus postres, tartas y rosquetes de vino.



Era difícil elegir un solo pastel. El que comí yo de tarta de manzana especiada estaba de vicio, pero el semifrío de mojito que eligió mi amiga era delicioso. Ante esto, valen mejor las imágenes que mil palabras. Por supuesto, salimos cargados de azúcar de allí, como os imaginaréis.





 




También nos dio tiempo a otra visita obligada a Icod de los Vinos, que, casualmente, estaba en fiestas. Creo que fue uno de los pocos pueblos turísticos, junto al Puerto de la Cruz, que visitamos en esos días, el resto eran muuucho más tranquilos.


Allí vimos el famoso Drago Milenario, un árbol realmente sorprendente, bueno, perdón, que, ahí donde lo veis, no es un árbol, sino una planta, ¡toma ya!


Altamente recomendable también es desayunar (contundentemente) una mañana en El Monasterio, un restaurante en el Puerto de la Cruz que tiene unas vistas espectaculares y es todo un espectáculo, con gallos, patos y demás animales campando a sus anchas por los jardines.



Con su desayuno, coges fuerzas para recorrer esas carreteras escarpadas y descubrir pequeños rincones de la isla durante buena parte del día. ¡Si hasta tenían uno de ellos que incluía solomillo y copa de champán!


Vacaciones gastronómicas, está claro que son las mejores, ¡ja,ja! (aunque ahora estoy "sufriendo" las consecuencias). Ahí os dejo con más ejemplos de lo bien que aprovechamos los cinco días:

Queso de cabra y aceitunas para acompañar los aperitivos del mediodía

Acantilados de Punta Teno

Pulpito asado, hummm!

Maravilloso patio de casa colonial en La Laguna

"Pintxito" de tortilla

Faro de Teno

Variedad de pescado a la parilla

Paseo a la playa


Eso sí, todo este recorrido express por Tenerife no hubiera sido posible sin la ayudas de los amigos que viven allí y que nos hicieron un itinerario adaptado a nuestro tiempo. ¡Gracias Auxi y Nacho! ¡Y gracias, Ana, por prestarnos el coche, que fue el que nos llevó a todos esos sitios maravillosos! Juancar, África, Rafa, Maru….prometemos volver pronto para seguir descubriendo lugares de allí.

Os deseo un feliz fin de semana a todos con la última imagen que capté del Teide, ya desde el avión.






viernes, 16 de septiembre de 2011

AIG 2011



A estas alturas de septiembre, sobra que os diga qué es esto del Amigo Invisible Gastronómico. Un año más, yo me apunto (¡y van tres!) y, además, animo a todas las/los que todavía se lo están pensando (no sé por qué, pero los hay, me consta...). Es una estupenda manera de recuperar esa bonita tradición infantil del amigo invisible, conocer a gente nueva y sorprender (y dejarse sorprender) a alguien.
Desde aquí, mi más sincero agradecimiento a Joana, que ha cogido este año el testigo para que el AIG cumpla ya cuatro ediciones y a Carol por hacer este logo tan bonito para la ocasión. Si pincháis en sus nombres, podréis ver sus blogs, con los detalles del concurso la primera, y con las maravillas que diseña la segunda. Chicas, sin vosotras, esto no sería posible, que lo sepáis.
Por mi parte, estaré unos días ausente del blog (sí, lo sé, tampoco es que haya estado muy activa en los últimos meses, lo siento) porque tengo esta quincena de septiembre de vacaciones y nos vamos a Tenerife unos días. Todavía no conozco ninguna de las islas y tengo muuuuchas ganas. Se admiten todo tipo de sugerencias de sitios que visitar, lugares donde comer y cosas (gastronómicas y culinarias, ante todo) que traer a la península.
Portaos bien en mi ausencia y cocinad mucho, vosotras/os que tenéis más tiempo que yo, ains!





martes, 6 de septiembre de 2011

TARTA DE QUESO DE NIGELLA LAWSON


Aquí os dejo otra receta de Nigella bien sencilla, como la anterior. Pero esta vez dulce. Me la metió por los ojos Carol, de Boca de Fresa, porque yo todavía no había reparado en ella mirando el libro. Lo mejor de esta tarta, además de su textura tan suave, es que se hace en un momento, porque no necesita horno. Un postre muy socorrido y resultón para una comida / cena imprevista.

INGREDIENTES (para un molde de 20 centímetros)

125 gramos de galletas

75 gramos de mantequilla

300 gramos de queso de untar

60 gramos de azúcar glass

1 cucharadita de extracto de vainilla

Media cucharadita de zumo de limón (o esencia de limón)

250 mililitros de nata líquida

Mermelada al gusto para decorar

PREPARACIÓN

En primer lugar, nos ponemos con la base de galleta. Para ello, trituramos las galletas (yo lo hago con la picadora y no cuesta nada) y se echan en un bol, al que se añade la mantequilla derretida. Se mezcla todo bien hasta obtener una pasta y se extiende como base en el fondo del molde desmontable que hayamos elegido para hacer la tarta, intentado también poner un poco en los bordes. Se mete al frigorífico para que se endurezca un poco mientras preparados el resto de la tarta.

Batir juntos el queso de untar y el azúcar glass con la esencia de vainilla y el limón, hasta que estén totalmente integrados.

En un cuenco aparte, batir ligeramente la nata para agregarla a la mezcla anterior.

Con ayuda de una cuchara, ir vertiendo la mezcla final sobre la base de galleta, que habremos sacado del frigorífico, alisando la superficie con la espátula.

Dejar reposar la tarta en la nevera por al menos tres horas antes de comer.

Antes de servir, echar la mermelada que más os guste por encima.

No os engañéis porque parezca una tarta ligera, cada porción es una bomba, llena un montón, así que todos los invitados quedarán saciados con su trocito…bueno, quizá los más golosos no, ¡je,je!

OBSERVACIONES PARA PRINCIPIANTES COMO YO

Como veis, es realmente sencillo este postre. A mí me salió muy bien a la primera, pero he de confesar que cuando lo volví a hacer tres días después para una cena, el resultado no fue el esperado y la tarta no se cuajó bien y quedó tipo mousse. Creo que el problema fue que batí demasiado los ingredientes esa segunda vez, así que os lo digo para que no os pase a vosotros, porque tuvimos que comernos la tarta a sorbos al final…aunque de sabor estaba tan rica como siempre.

La receta es para un molde de 20 centímetros, pero yo solo tengo uno de 26, así que doblé todos los ingredientes y quedó bien.